Preparaos…comienza el juego

El problema comienza cuando empieza la competición.
Cuando todos luchamos por lo mismo, cuando la rivalidad es tan alta que llega a ser capaz de
nublar los mejores lazos creados hasta el momento.
Cuando todo vuelve a ser corrompido por valores anti natura. Opuestos a todo lo que nos han
enseñado.
Se trata de una competición de resistencia, y de ello tenemos que ser conscientes desde el primer
llanto que ofrecemos.
Tenemos que aprender a defendernos para una batalla que, cada vez más, traspasa las barreras
físicas, pero en la que continuamente estaremos inmersos de manera psicológica en ella, no
podemos bajar la guardia.
Y es que al fin y al cabo esto es de lo que trata la vida, una narración, la historia de nuestra vida en
la que tantas veces cerramos y abrimos capítulos como si de una ventana se tratase.
Moviendo ficha a nuestro antojo y libre albedrío, una partida de ajedrez en la que los jugadores son
capaces de llevarse por delante a mas de un peón
Y es que todo esto ha sido creado por nosotros, todo esto ha sido una decisión nuestra, esta
competición la hemos organizado nosotros mismos y pocos son los que se quedan con el papel de
público y deciden no lanzarse al juego.
Muchos son los que se atreven a derribar al contrario mediante ataques ilícitos, y, demasiados los
que tratan de pasar desapercibidos usando sus mejores estrategias, aunque sean amorales.
Los consejos de los sabios, de los retirados, de los que ven con lagrimas en los ojos para que sirve
esa competición, cual es su meta, los que han parado el mundo para bajarse, basan sus dulces
consejos en el egoísmo, y no confiar ni en el que crees ser tu mejor aliado.
Ojalá yo me pudiese bajar, pero las masas te empujan y las reglas del juego te obligan a lanzarte al
campo de batalla
Y después…después nos quejamos del mundo que nos rodea, de la vida que nos ha tocado vivir sin
que nadie nos preguntase, del destino que nos va sucediendo poco a poco de manera caótica,
impredecible en algunos momentos pero buscado en la mayoría de ellos.
Montañas de inconformismos y falsas adulaciones que nosotros mismos creamos a nuestro antojo.
Vida que hemos modificado genéticamente, como si de un transgénico se tratase.
Jodiéndonos conscientemente de generación en generación y desechando todo aquello que alguna
vez, en tiempos remotos y en civilizaciones perdidas…

…Valía la pena

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